Los sabores dulces en las primeras etapas de la alimentación del bebé pueden acostumbrar su paladar y favorecer una dieta poco saludable en la edad adulta.
Los alimentos que toma un bebé durante los primeros meses y años de vida pueden condicionar su salud y la aparición de determinadas enfermedades cuando sea adulto. Así lo afirman algunos de los últimos estudios en nutrición infantil. Un estudio publicado en la revista Pediatrics, destaca la capacidad de nuestro organismo de desarrollar patrones alimenticios desde los primeros días de vida, que pueden influir en los futuros hábitos en la etapa adulta.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), acostumbrar a los más pequeños a sabores muy dulces desde los primeros meses de vida puede alterar su percepción y hacer que lleven dietas con exceso de azúcar en el futuro, lo que puede ser un factor de riesgo en el desarrollo de enfermedades como la obesidad y la diabetes. Por eso, los especialistas alertan en los últimos años sobre la necesidad de limitar la ingesta de azúcares en la dieta de los más pequeños y eliminar todos aquellos alimentos que contengan azúcares añadidos, limitando la ingesta sólo a los azúcares propios de los alimentos.
Durante los primeros seis meses de vida, la lactancia materna debe ser el alimento principal en la nutrición de los bebés. A partir de los seis meses cuando se empiece a introducir la alimentación complementaria se recomienda que las primeras comidas deben ser sanas y no incluir aditivos, como la sal y el azúcar, que pueden resultar perjudiciales para el bebé.
El consumo de azúcares debe limitarse al naturalmente presente en los alimentos, evitando la ingesta de los azúcares añadidos o refinados. En el caso de los bebés de corta edad, la OMS recomienda que la ingesta diaria de azúcares no debería ser superior al 5%.
Es importante educar al bebé desde los primeros meses en tomar una amplia diversidad de alimentos y sabores naturales, para que en el futuro adopte una alimentación lo más variada y saludable posible. Es preferible que se acostumbre a tomar cereales, verduras, frutas, carnes y pescados. Y elegir alimentos infantiles que no contengan azúcares añadidos, e incluso que hayan podido reducir su contenido en azúcares.
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