Qué son los Sérums y por qué pueden ser mejor que las cremas

Los Sérumes son productos caracterizados por una gran concentración de sustancias especiales que sirven para hidratar o tratar específicamente diferentes necesidades de la piel. La principal diferencia con las cremas radica en su alta concentración de activos en una base generalmente acuosa y no grasa, lo cual le permite una rápida absorción y penetración a través de las capas de la epidermis. Esta última característica facilita que, una vez aplicado y pasado un corto lapso de tiempo, se pueda aplicar otro producto distinto.

Es necesario aclarar que de la misma manera en que contienen altas concentraciones de un componente específico, carecen también de otros ingredientes. Esto los convierte en agentes que cubren carencias muy específicas y según las necesidades propias de cada tipo de piel se elegirán unos u otros, con el objetivo de alcanzar una meta en concreto.

Esto nos hace entender que existen muchos tipos diferentes de sérum. En realidad, podemos separarlos en dos grandes grupos: aquellos destinados al tratamiento facial y aquellos destinados al tratamiento capilar. En este artículo nos estaremos centrando solo en los sérumes faciales.

Un sérum para cada necesidad

Los componentes que podemos encontrar en los sérumes faciales son muy numerosos en su conjunto, aunque cada uno se centre en unos pocos compuestos. Por eso, la elección del sérum más conveniente estará dado en función de los componentes que posea y del resultado que deseamos obtener.

Por ejemplo, si estamos buscando un tratamiento que disminuya la cantidad de agentes oxidantes de la piel, entonces un sérum con un alto concentrado de vitamina E sería una muy buena elección. Si por otro lado estamos deseando un efecto anti-age, entonces un producto con un alto contenido de ácido hialurónico será la opción más conveniente.

Diferencia con las cremas

El sérum es un agente muy eficaz si lo comparamos con una crema clásica, pues las cremas contienen una gran diversidad de productos pero en concentraciones estandarizadas. La mayoría de las veces, los tratamientos que necesitamos para nuestro rostro en el día a día ven en las cremas una fuente suficiente de elementos. El serum se reserva para aquella carencia o tratamiento específico, en el que sabemos que necesitamos ese aporte extra que la crema no puede otorgarnos. Por eso, no debemos pensar en ellos como el producto de reemplazo de la crema facial estándar. De hecho, usarlos de manera combinada puede ser aún más beneficioso.

Cabe decir que, en las pieles que tienden a la sequedad, un serum por su característica acuosa puede no ser suficiente para mantener la salud del cutis. Pues requieren del aporte externo de los nutrientes y del componente graso que solo la crema puede ofrecerles. Algo distinto sucede con las pieles grasas donde esas necesidades ya están naturalmente satisfechas.

Qué tipos de Sérum podemos encontrar y cuándo debemos usarlos

El serum puede utilizarse en cualquier momento de la vida, es apto para todas las edades y puede ser aplicado en todos los tipos de piel. Como ya hemos mencionado, podemos encontrar muchos tipos de sérumes destinados a tratar una amplia variedad de objetivos: pueden ser anti-age, antiacné, despigmentantes, hidratantes, etc.

Si bien el tipo clásico está elaborado en una base acuosa de absorción rápida, también existen algunos con base algo más oleosa de absorción más lenta. No obstante, lo más común es encontrarlos del primer tipo.

Los más recetados por los dermatólogos suelen ser aquellos con ácido hialurónico, niacinamida, glicerina, retinol, vitaminas B, vitamina E, vitamina C, algunos péptidos especiales, agentes relajantes, agentes hidratantes.

La mayor parte de los tratamiento está destinado a la disminución de la arrugas y de las marcas en la piel, tales como las llamadas patas de gallo. En segundo lugar encontramos los tratamientos despigmentadores, donde abundan los sérumes con concentrados de ácido mandélico. Lo ideal es consultar con tu dermatólogo cuál es el tipo de serum indicado para tus objetivos y para tu tipo de piel, el resto, será incluirlo en tu rutina de limpieza e hidratación.

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